10/8/08

IV



Una y otra vez me quedo acariciando tus pies.
Los beso y los abrazo,
los hago prisioneros de mis manos carcelarias.
Te voy a extrañar mucho.
Lo sé hoy...
Lo descubrí ayer, cuando te besé en un chocolate.
Dependencia de ti, de tu amor y tu entrega.
Como poder alejarme ahora...
Es muy tarde.
El sendero parece nuevo y desconocido,
más en el trayecto obligado de escuchar
con atención la magia de tus historias inolvidables,
me hacer participe de ellas y de ti.
Me devuelvo décadas...
quisiera ser cada uno de los maestros de tu vida
Y no por celos, solo por estar presente
en cada una de las enseñanzas
y cicatrices que han dejado en ti.

Cuanto sabes agradecer, perdonar, amar.
En tus relatos se manifiesta la calidez de un pasado,
que se niega por siempre a morir,
pero con esa sencillez de ángel
con que trasmites tus historias.
Me adelanto en el tiempo para preguntarme
si llegaré a ser unos de esos elegidos
para vivir siempre en ti.

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